Abel Azcona es un artista interdisciplinar que trabaja con su cuerpo como herramienta crítica, social y política. “Defiendo el arte como arma social y reivindicativa”, asegura. Gran parte de su obra está marcada por la figura de su madre, prostituta y adicta a la heroína, que, al no poder abortar, le abandonó en una clínica de Madrid. Su padre no sabe que es su padre. Pasó por varias familias, varias adopciones… A los siete años se mezclaron el maltrato, los abusos sexuales y otros problemas. Y así transcurrió su infancia. 

El dibujo y el arte en general comenzaron a abrirse un hueco en su vida. A los 16 años, intentó suicidarse y salió a la calle. Considera que, sin saberlo, esa pudo ser su primera performance. A partir de ahí, una vida artística reconocida pero siempre marcada por la polémica, donde ha expuesto su cuerpo desnudo para quien pagase un euro, se ha prostituido, se ha tatuado el lema de la campaña de Donald Trump en el ano y ha acudido a misa durante 242 días con el objetivo de conseguir hostias consagradas para escribir la palabra “Pederastia”.

Él mismo dice que ahora las aguas están calmadas, pero por poco tiempo. Durante abril y mayo estuvo viajando a lo largo del muro de Cisjordania (Palestina) para instalar fragmentos del muro de Berlín. “Los colocamos y nos fuimos. Si el Gobierno es capaz, que los encuentre”. Después de su gira por Latinoamérica y Asia, presentará el documental Serás hombre, de Isabel de Ocampo, sobre nuevas masculinidades.

Le han dicho que está “obsesionado con la religión”, le han llamado “abonado a la polémica y a los escándalos”, “falto de méritos”… ¿Suele buscar su nombre en Internet y leer qué dicen?

Los de Actuall siempre consiguen posicionar muy bien sus artículos porque la gente no sabe que son extrema derecha. Un medio que está escrito por [Ignacio] Arsuaga, el de HazteOír, me parece una mierda, ni lo valoro. Yo siempre me he empoderado en mi experiencia personal, en mi propio dolor porque creo que de eso he conseguido sacar una persona resiliente que puede seguir hacia adelante creando un cuerpo crítico. Los terroristas de la moral lo que hacen es utilizar esas experiencias de forma dañina. Atacarme con algo que yo he contado hace años es redundante. Yo creo un arte para hacer discurso y si estas personas no me atacaran o no reaccionaran de esta forma, probablemente la mitad de mi obra no tendría sentido.

Tengo el avisador de Google que cuando sale alguna noticia con mi nombre me avisa. Intento leer las noticias de medios de extrema derecha porque me resultan incluso divertidas.

¿Cuál es su situación actual con la justicia?

He ganado todo. Primero me llevaron al Tribunal de Justicia de Navarra y gané; me llevaron al Tribunal Constitucional y ni entró porque les pareció una broma; y después me han llevado al Europeo y tampoco lo han aceptado. Ellos [Abogados Cristianos] manipulan y mandan notas de prensa falsas donde hacen ver que por llevar mi denuncia a Estrasburgo ya significa que la han ganado o algo así, cuando en realidad ni lo aceptan. Luego nunca consiguen nada de lo que hacen, pero se alimentan de salir en los medios. Se creen que están luchando por una causa superior. Son unos templarios. 

En algunos casos, las denuncias sí prosperan. ¿Hay relación entre estos colectivos y la Iglesia?

A mí no me parece que estén organizados. A mí me parece que roza un poco lo ridículo. Mi caso, en un principio, sí fue un poco especial porque ha sido el único donde además de Abogados Cristianos también se presentó la Iglesia por primera vez como querellante. Eso no había pasado nunca ni en España ni en Europa. Eso fue lo fuerte, que el Arzobispo en primera persona firmaba parte de la querella. Pero Abogados Cristianos siempre quieren ser protagonistas y por eso después ya la Iglesia les dejó hacer a ellos. Pero todo lo que hacen es absurdo. Son una ínfima parte de los católicos que están muy vinculados a HazteOír, al Opus Dei, a la extrema derecha…  

¿Qué pasaría si mañana le pegaran un tiro por una de sus obras?

Que me moriría  [risas]. Yo no le tengo el apego a la vida que puede tener cualquier ser humano. Debido a la complejidad de mi vida he aprendido a vivir de una forma que lo que me hace respirar es saber que tengo el control de mi propia vida ahora, cosa que no he tenido antes. Y cuando yo quiera parar, yo paro. Es mi derecho a morir cuando yo quiera, porque uno debería poder morir cuando le dé la gana. La eutanasia me parece hasta antigua, el posicionamiento debería ir más allá. El suicidio debería ser un elemento de libertad.

Los artistas actuales debemos crear arte que sirva como revulsivo social y esa respuesta tenemos que convertirla en pieza. Si yo estoy criticando la religión y un radical me pega un tiro, lo que hace es darle sentido a lo que estoy denunciando. Ya sea católico, islámico o de cualquier otra religión o ideología. Los católicos dicen que ellos no matan pero la agresividad que yo les he visto es incluso mayor que la de otras religiones.

Las religiones se pueden entender en el siglo XIX o en el XX incluso como herramienta de control de la masa. Pero en la actualidad, que estamos creando una masa critica, la religión roza lo ridículo.

Pero, ¿todo dentro de la religión es malo?

No, todo malo no será, pero pensar que eso existe me parece un problema mental de base. Habrá gente que crea que la virgen está sentada en un árbol y ya, no hacen daño a nadie. Con esa gente yo no tengo problema. Pero si no tuviésemos interiorizada la religión, a esa gente que tiene ese discurso se les tendría por locos. Hay gente buena, pero que se mantenga ese discurso da un poco de miedo. Está demostrado que eso de lo que hablan no existe.

A esto se le suma que las religiones han sido culpables de las mayores lacras y epidemias ideológicas que han llevado a morir a mucha gente. Que en España haya un patriarcado no se produce de la nada, no viene del aire. Lo que hay es una cultura y una educación que lleva a eso, y ahí la religión tiene una parte enorme de culpa. Cuando yo veo que una mujer ha sido asesinada por violencia machista, siempre creo que la religión tiene en eso una gran parte de responsabilidad. Tú vas un domingo a una eucaristía y se pueden escuchar mensajes que hacen política del odio.

¿Qué es la libertad de expresión?

Todo. Pero es también un elemento que me parece muy antiguo. Que en el siglo XXI estemos discutiendo de que tenemos que medir nuestras palabras…  A mí que una persona por la calle me grite “hijo de puta” a la cara me parece libertad de expresión. Esto no es una agresión. Tenemos que hacer un trabajo personal para entender esto. No es libertad de expresión, por ejemplo, la agresión física, pero lo que es palabra, escritura… todo debería ser libertad de expresión.

¿Qué debe hacer esa parte de la sociedad que considera que gente como Valtonyc y otros tantos y tantas artistas no son delincuentes?

Cuando le callan la boca a uno, nos la callan a todos. Yo creo que debemos reaccionar, incluso para defender a Junqueras o Puigdemont. Y mira que yo nunca votaría a Puigdemont, por ejemplo. El problema es que esa parte de la sociedad por la que me preguntas no sale más allá de Twitter. Al final el discurso se queda ahí, en Twitter, en una realidad paralela. Lo de salir todos a la calle me encantaría, pero es que España no hace eso.

Esto cuesta decirlo, pero a mí me encantó el tío que se empotró en [la calle] Génova. Como pieza artística, ¿eh? Me encantó por eso, porque no mató a nadie. Si hubiese matado a alguien no me hubiese gustado. Pero como gesto artístico y performativo sí me gusta. Los artistas tenemos esa responsabilidad. No nos podemos limitar a pintar cuadros que no vayan más allá de un museo. Eso es de ser egoístas e hipócritas. Coño, que llevamos 40 años heredados del franquismo.

¿Qué significa que la moción de censura contra Rajoy haya prosperado? ¿Qué caminos se abren ahora? Hemos visto algunos gestos como que el nuevo presidente no jure el cargo sobre una biblia y un crucifijo…

Es que estos gestos no me valen. Tiene que llegar alguien nuevo que cree una república federal laica que reconozca a todos los pueblos y naciones. Y los votantes del PSOE lo quieren, las juventudes van con banderas de la república a todas partes. Entonces, ¿por qué llega Zapatero y duplica las ayudas al rey? Ahora estamos todos contentos, pero nos han puesto un presidente que es peor que el anterior. El Partido Popular sabemos de donde viene. Son hijos de. ¿Pero el PSOE? Si han hecho políticas más de derechas que el PP. Es la gran estafa.

Yo soy más de Benedicto XVI que de Francisco. ¿Por qué? Porque el primero es más real, representa lo que tiene que representar. Pedro Sánchez es como Francisco, que te quita cuatro crucifijos pero a la hora de la verdad no hace absolutamente nada.

¿Usted concibe su obra pensando en ofender?

Pero, ¿qué es ofender? Yo vivo ofendido todo el día con el gobierno, con la religión, con que cada día mueran mujeres por violencia machista…

Me refiero, por ejemplo, a la obra Amén.

Pues mira, concretamente en esta obra no lo buscaba. Otras veces sí que tiro la piedra con más mala leche. Lo que pasó me sorprendió a mí mismo, porque no es de esos proyectos que mientras los haces sabes que se va a liar. Pocas lacras me parecen tan grandes en el siglo XXI como la de la pederastia. Yo, que la he vivido en primera persona, creo que tengo derecho a hablar de ella. Esa ofensa que yo siento por todo lo que hay detrás… Para denunciarla debo crear una pieza, no para ofender sino para que sientan lo herido que yo me siento. Pero, además, hay que buscar que reaccionen: si yo hago, como otras veces, una pieza con discursos de personas que han sufrido abusos colgados en la pared, eso a la Iglesia se la pela, no lo van ni a leer. En cambio, seguro que los curas pederastas se enteraron de la obra de las hostias [Amén]. Y estos mismos curas al día siguiente dieron misa pidiendo mi condena. Eso es lo que yo quería, que a los pederastas y los que ocultan esta lacra se les pusiese la cara roja, y que cuando al día siguiente denunciaran mi blasfemia, por dentro pensaran “para blasfemia la mía”.

Una vez escribió en Twitter “No nos calla ni Dios”. ¿No le da miedo acabar en la cárcel?

Pues depende. Yo, a pesar de lo que puede parecer por mi discurso, no quiero ni que me maten mañana ni que me metan en la cárcel mañana. Pero si el hecho de que mañana me metan en la cárcel significa una reacción y un cambio social, pues igual no me importa tanto. Yo he realizado piezas donde me he pasado 70 días metido en un agujero negro… Y después de eso, pues sin problema. Acabar en la cárcel puede convertirse en una parte de la pieza, pero eso evidenciará el sistema que tenemos en este país. Yo quiero pensar que uno de los puntos que va a cambiar este señor que ahora ha entrado en la Moncloa es la ley mordaza y que exista una libertad plena y yo me pueda cagar en lo que quiera sin tener miedo de acabar en prisión.

Pero, ¿entiende que haya artistas y gente normal que tengan que callarse ciertas cosas por miedo?

No, no lo entiendo. Supongo que esperarías que te dijese que sí, pero no. Me parece que si apuestas por el arte, un artista callado o hipócrita no es artista. Yo prefiero artistas en las cárceles que artistas callados en su estudio. Imagínate a 500 artistas entrando a la vez en prisión. La cosa cambiaría. Los artistas tenemos que tener un posicionamiento radical. Tampoco entiendo a los artistas de derechas, pero bueno.

La Iglesia tiene un gran poder en España, principalmente en el ámbito educativo. Usted vive en Navarra, donde el Opus Dei controla una de las universidades más importantes del Estado. ¿Qué significa eso para una sociedad?

Darle la educación al Opus Dei es como darle a un etarra un Ministerio de Defensa. El Opus educa en el machismo, en la homofobia, en la misoginia… A esa gente, hasta el PP les parece light y se han pasado a Vox. Si yo fuese presidente del Gobierno directamente prohibiría los colegios religiosos.

Pero, ¿no está coartando la libertad de unos padres que quieren educar a sus hijos e hijas en ese tipo de colegios?

Bueno, en lugar de prohibirlos, les impediría dar lo que es la educación elemental. Estas congregaciones pueden dar una educación complementaria, optativa, pero la educación mínima debe ser igual para todos y pública. Si esta gente al final solo creyese en Dios y en su figura, pues no importaría, pero es que esto conlleva mucho más. 

Volviendo a la primera pregunta, ¿hay alguna diferencia entre la sociedad navarra y el resto de España que venga marcada por ese poder del Opus Dei?

Sí, sin duda. Hay estatuas de Escrivá de Balaguer por Pamplona. Yo soy de Navarra y siempre he sabido que el Opus estaba ahí pero nunca he visto que estaban. Son como un monstruo-sombra. Una de las cosas más bonitas que pasó con Amén fue que la gente salió de las cuevas y a esa gente nunca se la había visto, porque los que siempre hemos chupado calle hemos sido los de izquierda. Verles en la calle era justicia poética y se puso en evidencia lo que había en Navarra. Daba miedo ver a 2.000 personas en la calle con crucifijos y velas como en la Inquisición gritando “Azcona, Dios te perdona”.

El Opus tiene el poder. Si perteneces a él, entras gratis en la Universidad de Navarra, que es carísima y plagada de profesores del Opus… Ese poder ha provocado que el cambio haya sido radical y hemos pasado del Opus a Batasuna. Cuando una parte es tan radical, la otra también se radicaliza y se polariza. Es de locos.

Usted se ha llegado a someter a un proceso hormonal para conseguir una apariencia de mujer y se ha prostituido para construir la obra La Calle. ¿Cómo ha sido acogido eso desde colectivos feministas y LGTBI? ¿No cree que eso es una especie de banalización de la transexualidad y la prostitución?

Considero que un poco sí,y yo mismo he hecho autocrítica. Desde el principio expliqué que no soy una persona transexual. En ese proyecto lo que hacía era un tránsito hacia la figura de mi madre, no hacia la transexualidad. Yo personalmente me considero mujer pero porque no creo en el binarismo, pero esto no era una transición hacia el cuerpo femenino, sino hacia la figura de mi madre, que era prostituta. Intenté llegar hacia ello. Ya había hecho otras performances de prostitución dentro de recintos, pero eso tenía unas barreras lógicas y visibles. Quise ir más allá porque, para empezar, no es lo mismo ser hombre que ser mujer como mi madre, no es lo mismo ser mujer que ser mujer trans, no era lo mismo hacerlo en Colombia que hacerlo en Madrid… 

Entiendo, pero a pesar de haberse puesto en una posición de inferioridad, no dejaba de ser hombre, blanco y acomodado.

Me lo dicen, sí, pero eso no lo puedo cambiar. Intenté hacerlo desde la humildad y estuve siempre de tú a tú con ellas. Pero sí, tengo la suerte o desgracia de poder tocar un botón y aparecer en mi casa. Eso lo contemplo y lo nombro en el propio discurso. Es una experiencia que yo quise vivir de esta forma desde el respeto y la humildad, sabiendo que muchas de esas chicas, en algunos casos amigas, tienen que vivir eso porque no les queda otra. Lo mío es un proyecto artístico y los colectivos lo han entendido.

¿En qué está trabajando ahora?

Este año he parado un poco, pero van a salir nueve libros. En septiembre sale una edición muy chula con todas mis obras, más de 500 piezas. Salen también unos libros bastante provocativos sobre teoría y práctica de performance. Hace poco he llegado de Israel y he viajado a lo largo del muro de Cisjordania. Previamente habíamos adquirido fragmentos grandes del Muro de Berlín y los instalamos en el de Cisjordania.

También tengo una gira por Latinoamérica (Colombia, México, Uruguay y Paraguay) y en septiembre me voy a Asia. En Madrid presentaremos el documental Serás hombre, de Isabel de Ocampo, sobre nuevas masculinidades que yo coprotagonizo.

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