Por Antonio Marqués
Muchos son los estudios que demuestran que el toro es un animal, tranquilo, amable y no agresivo que, únicamente, ataca en la plaza, al verse acorralado y querer huir.

Como veréis no son tan diferentes a los humanos en muchos aspectos: son animales herbívoros que sienten alegría, ternura, amor, dolor, estrés, etc.; y que, forman sus familias, cuyas hembras amamantan a sus crías, las protegen y las educan,… Es decir, no somos tan diferentes. Una vez entendamos esto, será fácil ver como en una corrida, el toro, como cualquier otro mamífero con un encéfalo desarrollado y nervios dedicados a la recepción del dolor (nociceptores), padece tortura y, bajo ningún concepto, podremos negar que el animal sufre. Además, hay que destacar que, como cualquier otro ser vivo, al sentir dolor su cuerpo libera sustancias que, como la adrenalina o las endorfinas, le impulsan a huir o atacar a quien le produce el dolor y, en cierta medida, calmar su sufrimiento. En esto también nos parecemos. Por suerte, nuestra sociedad está evolucionando y, ver morir a un animal que, previamente, ha sido torturado está dejando de verse como un arte que forma parte de nuestra cultura, cada vez más progresista y avanzada, y lo relega a una muestra del maltrato más cruel y bárbaro. Así pues, según datos de AVATMA y el Ministerio de Cultura, estos actos están peor vistos socialmente y, poco a poco, su celebración cae cuesta abajo y sin frenos. Como quedó patente, ya en 2017, cuando su celebración descendió en un 2’9%; y, se alcanzaron los niveles más bajos de la última década, con una reducción del 57’5% respecto a 2007.

Aún así, hemos de lamentar que, la tauromaquia siga siendo un acto de maltrato animal tan normalizado que, se llagan a dar casos de personas que teniendo animales domésticos a los que cuida e, incluso, siente como parte de su familia, disfrutan acudiendo a un acto tan cruel como pueda ser una corrida o cualquier otro acto “festivo” en el que un animal sufre de cualquier manera. Pero, afortunadamente, poco a poco vamos tomando conciencia de que estos seres vivos sufren, al igual que nosotros.