Muy destacada fue la Fiesta del año 1936, meses después del triunfo del Frente Popular. La plaza de Atocha de Madrid se llenó de manifestantes socialistas y comunistas. 

EDUARDO MONTAGUT NUEVATRIBUNA.ES | HISTORIA

Continuamos con la historia del Primero de Mayo en España, después de estudiar cómo nació, se desarrolló en tiempos de Alfonso XIII y se celebró en 1931 cuando se declaró día festivo por el Gobierno Provisional a iniciativa de Francisco Largo Caballero. Así pues, se siguió conmemorando como Fiesta del Trabajo durante toda la Segunda República. En los años 1932 y 1933 se dieron manifestaciones multitudinarias. También se produjo una novedad, el intento de los comunistas de organizar manifestaciones propias al margen de las que convocaban los socialistas, pero la policía las dispersó en Madrid. También se dieron las consabidas excursiones y meriendas en la Casa de Campo y la Dehesa de la Villa. Las celebraciones populares en estos dos espacios verdes de la capital terminaron por tener que ser reguladas por el Ayuntamiento madrileño en 1934 por la masiva afluencia: abastecimiento de agua, servicio de recogida de niños extraviados, prohibición de hacer fuego y medidas para impedir destrozos en árboles y plantas.

En la celebración de la Fiesta del Trabajo de 1935 se plantearon algunos problemas. Hubo un mayor despliegue de fuerzas del orden por decisión de Portela Valladares, y se disolvió el intento de algunos grupos de manifestarse en la calle de Alberto Aguilera.

Muy destacada fue la Fiesta del año 1936, meses después del triunfo del Frente Popular. La plaza de Atocha de Madrid se llenó de manifestantes socialistas y comunistas. En la presidencia destacarían Francisco Largo Caballero, Luis Araquistain, Wenceslao Carrillo, pero también dirigentes del PCE como José Díaz, o de las Juventudes Marxistas como Santiago Carrillo. Como era habitual en las manifestaciones del Primero de Mayo se llevó a las autoridades un documento con las peticiones obreras.  El propio Manuel Azaña recibió a la comisión y recogió el pliego. En este año abundaron las peticiones de carácter político, relacionadas con la situación política española y mundial, dadas las tensiones en los dos ámbitos. En primer lugar, se pedía que se cumpliese el programa que había planteado el Frente Popular. En segundo lugar, se insistía en la necesidad de resolver el paro obrero mediante la adopción de una política de obras públicas, así como el establecimiento de subsidios de desempleo. En tercer lugar, se solicitaba la semana laboral de 40 horas. Además, se pedía al gobierno que se anulase el crédito que el último gobierno de centro-derecha había establecido para acudir a las Olimpiadas que el nazismo había organizado para ese año en Berlín y que el dinero se destinase al fomento del deporte popular. Recordemos, en este sentido, que en Barcelona se estaban organizando las Olimpiadas Populares, evento que no pudo desarrollarse porque se produjo la sublevación de julio. Se debían depurar las responsabilidades por la represión de la Revolución de Octubre de 1934. Los mutilados y represaliados en dicha Revolución tenían que ser auxiliados. Debían disolverse los grupos armados fascistas y monárquicos, que, como es bien sabido, estaban muy activos en aquella primavera. Se solicitaba una ampliación de amnistía e indulto para los presos comunes. Por fin, había una petición de tipo internacional: el fin de la guerra imperialista y en defensa de la URSS.

Fue la última vez que los españoles y españolas se manifestaron en paz el Primero de Mayo. En guerra se siguió celebrando en la España republicana, mientras que se prohibió en los territorios sublevados o conquistados por las tropas franquistas.


Milicianas de la guerra civil española.

En plena guerra civil el franquismo abolió la Fiesta del Primero de Mayo en un decreto del 12 de abril de 1937, en el que también se estipulaba que habría una fiesta dedicada al Trabajo Nacional. En marzo de 1938 se publicó el Fuero del Trabajo, en el que se estableció que cada 18 de julio se celebraría la Fiesta de la Exaltación del Trabajo, uniendo esta celebración con la de la fecha fundacional de la dictadura.

Pero las organizaciones obreras, que siguieron funcionando en la clandestinidad, no se resignaron, y organizaron actos de protesta con motivo de la festividad del trabajo del Primero de Mayo. En el mes de mayo de 1947 la protesta en Vizcaya fue muy destacada contra la carestía de la vida y los bajos salarios. En estos tiempos las movilizaciones eran vertebradas por los sindicatos clásicos, la CNT y la UGT.

La Iglesia Católica intervino en relación con la Fiesta del Trabajo. En 1955, el papa Pío XII decidió apropiarse del Primero de Mayo para darle un contenido religioso. A partir de entonces sería la Fiesta de San José Artesano. Franco incorporó el cambio al año siguiente. En 1956 se celebraron misas por todo el país en honor del que pasaba a ser el santo patrón de los trabajadores.

A partir de 1957 la Organización Sindical Educación y Descanso organizaría todos los años un espectáculo denominado “demostración sindical”. Grupos de trabajadores y trabajadoras realizaban ejercicios gimnásticos y folclóricos ante el dictador en el estadio de Chamartín.

A partir de los años sesenta con la revitalización del movimiento obrero a través de Comisiones Obreras, comenzó a generarse una nueva dinámica en relación con la celebración del Primero de Mayo. El día anterior, es decir, el 30 de abril, se establecía como jornada de lucha con paros cortos, boicots al transporte colectivo de las grandes empresas y minutos de silencio en los comedores de las fábricas. El día 1 se remataba con alguna concentración ante el local del sindicato vertical. La reacción solía ser contundente y hasta se hizo preventiva, ya que se solía detener a los activistas fichados durante las 72 horas previas para hacer fracasar estas acciones.

Fuera de España los exiliados siguieron celebrando el Primero de Mayo, que les permitía denunciar al régimen de Franco. En este sentido, podemos aludir al Primero de Mayo de 1954 en el que el PSOE convocó una gran reunión en Marsella para protestar contra el franquismo. Especial emotiva fue la celebración del Primero de Mayo de 1961 en París, el último acto público que celebró Indalecio Prieto. También fue muy común que los exiliados españoles se incorporasen a las manifestaciones en los países donde residían, portando sus pancartas, especialmente en Francia y México.

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