por Mª José Meseguer

“España es una República de trabajadores de toda clase, que se organizan en régimen de Libertad y de Justicia. Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo(…)” Constitución de 1931

El 14 de abril, conmemoramos la proclamación de la II República en España de 1931, tras unas elecciones municipales que ganaron los republicanos e impulsaron que el rey, Alfonso XIII, abdicara y se marchara de España. En este día, no solo conmemoramos la llegada de la Republica sino, también, todo lo´que supueso en avances sociales, económicos, educativos y de libertad e igualdad para el pueblo. La República acabó con el caciquismo e instauró una reforma agraria que terminó con los latifundios, repartiendo las tierras entre los campesinos y jornaleros que no poseían nada. Además, por primera vez, se proclamó el derecho al voto de las mujeres, el derecho al divorcio y, comenzó a hablarse de igualdad entre hombres y mujeres, a todos los niveles. La educación pública, era obligatoria, laica, mixta y gratuita para todos y todas. Creándose más de 6500 escuelas de golpe y se impulsaron las Misiones Pedagógicas, que iban por los pueblos enseñando a la gente. También, se planteó la separación de la Iglesia y el Estado, retirando las subvenciones y salarios a la Iglesia. Los derechos de los trabajadores se establecieron : el derecho de reunión, de sindicación, de manifestación de las y los trabajadores; así como, el derecho de los funcionarios a no ser molestados por sus ideas políticas, sociales o religiosas. Y, como no, se inició la estructuración territorial de España tal y como la conocemos ahora, el Estado de las Autonomías.

Avances truncados

Por todo esto, la Constitución Republicana fue considerada una de las más avanzadas de su época pero, con el Golpe militar de Franco y la Guerra ganada por el ejercito fascista que éste lideraba, acabó con la España de la libertad, igualdad y fraternidad. La represión Franquista fue brutal. Los fusilamientos sin juicio y los encarcelamientos, sembraron el terror en todo el territorio y llenaron de sangre las cunetas de los pueblos. La dictadura de Franco duró más de cuarenta años y tras su muerte nos dejó la Monarquía como herencia, con Juan Carlos. Y así, decía: “Todo esta atado y bien atado…” . Hasta el punto de que, nuestra Transición vino de la mano de los herederos de Franco; y, es que la Constitución Española llevaba incluida la Monarquía. Si se quería democracia y libertad, había que transigir con la Monarquía, restaurando de nuevo a los Borbones y, tratándonos de vender, que no había otra posibilidad más que esta institución “renovada”, como garantía de la democracia.

Pero, no deja de ser una monarquía parlamentaria fraudulenta en la que, tanto las Cortes como el Senado están definidos por una Ley para la Reforma Política que, siendo la última de la Leyes Fundamentales instaurada por el gobierno franquista, aprobada un año después de la muerte de Franco, lo dejaba “todo bien atado”. Es decir, la actual Constitución está hecha a prueba de reformas; y es, la propia Monarquía la que impide que se derrumbe el corsé que es la Constitución y, ni tan siquiera permite adecuarla a nuestra situación actual.

Nuevos horizontes

La Constitución española está en crisis desde 2014, promovida por una devaluación de la Institución Parlamentaria que es incapaz de desempeñar sus funciones legislativa, presupuestaria y de control al gobierno; y, tiene dificultades para renovar, algo tan necesario, como el Consejo General del Poder Judicial. Al mismo tiempo, vemos como la territorialidad, también, está en crisis y, tanto la situación del País Vasco como la reforma del Estatuto de Autonomía de Cataluña, afectan de lleno a la Constitución. Por último, los escándalos económicos de la Monarquía hacen tambalear la Constitución y, aunque no sabemos que ocurrirá, convierte la situación política en algo insostenible. Todo esto, hace que tengamos que trabajar por descorchar la Monarquía y esperar a que decaiga la Constitución, de manera que se pueda implementar una Nueva Republica. No se trata solo de redactar una nueva Constitución sino de construir una base social que apoye un cambio en las instituciones publicas con el fin de consolidar una democracia plena, en la que se garantice que la ciudadanía disponga de las condiciones materiales suficientes para vivir con dignidad. Hay que estar preparados… para poder construir una democracia plena y no limitada, como la actual.

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