Borondo (1989) hizo sus primeros garabatos en Segovia, ciudad donde temprano empezó a interesarse por las viejas fachadas. Fue tiempo después, tras su llegada a Madrid, cuando se introduce en el graffiti más purista e inicia paralelamente otra búsqueda estética más ligada a la pintura tradicional.
Con el tiempo estos dos puntos de partida se fueron aunando, comprendiendo entonces el aerosol como un recurso técnico y el espacio público como el legítimo lugar expositivo. Esto supuso además la pérdida de un lenguaje gráfico más propio del graffiti o la ilustración para emprender una búsqueda estética más pictórica y expresiva. Sus intervenciones se caracterizan por la integración al espacio, el estilo realista y taciturno de sus figuras y el sentido lírico de sus múltiples lecturas.

http://gonzaloborondo.com/works/kouroi/

Norberto Bobbio

(Turín, 1909 – 2004) Ensayista, profesor y teórico del pensamiento político. Norberto Bobbio nació el 18 de octubre de 1909 en Turín, en el seno de una familia acomodada y relativamente progresista. Su padre, Luigi Bobbio, era uno de los cirujanos más prestigiosos de la ciudad.

Norberto tuvo una infancia y una adolescencia felices, protegido como estaba por el entorno paterno. Tuvo por compañero de clase al escritor Cesare Pavese, con quien compartió, entre otras cosas, el entusiasmo por el idioma inglés y los clásicos de la literatura anglosajona. Su pasión creciente por la lectura se desarrolló en un ambiente familiar despreocupado, sin obsesiones clasistas ni políticas.


Norberto Bobbio

Aunque este entorno familiar era filofascista, como en general ocurría en toda la burguesía italiana de la época, cuando en 1919 Bobbio entró a estudiar en el Liceo Massimo d’Azeglio se encontró con que la mayoría del profesorado era abiertamente antimussoliniano. La educación política le llegó al filósofo por esta vía, más en concreto gracias a maestros como Zino Zizi o Augusto Monti. También algunos amigos que siguieron estudiando con él en la universidad, como Leone Ginzburg y Vittorio Foa, fueron eficaces en la posterior «conversión» ideológica de un joven hasta entonces sin especiales inquietudes en este terreno.

Militante antifascista

En 1927 Bobbio ingresó en la Facultad de Derecho de la Universidad de Turín. En aquel tiempo todavía pertenecía a los Grupos Universitarios Fascistas (GUP), aunque las mencionadas compañías, unidas a algunos episodios concretos, fueron desvinculándolo de esta vaga militancia. En 1935, una operación de la policía fascista acabó con el arresto domiciliario de Bobbio, debido a que la mayoría de sus amigos formaban parte de la asociación izquierdista Justicia y Libertad.

Poco tiempo después comenzó su currículo como profesor universitario, que en 1938 le llevó a la cátedra de filosofía del derecho de la Universidad de Siena. En 1939 tomó contacto por primera vez con el pensamiento de Thomas Hobbes, filósofo que inspiraría gran parte de su pensamiento político y del que se le considera uno de los mayores especialistas.

La militancia fascista de Bobbio había sido hasta esa época puramente anecdótica (muchos ciudadanos estaban afiliados al Fascio únicamente por razones prácticas, sin tener por ello simpatía por Mussolini y sus ideas), ya que de hecho la práctica totalidad de sus amigos pertenecía a círculos antifascistas.

Al llegar los años cuarenta, Bobbio cambió su actitud y pasó a militar abierta y conscientemente contra el fascismo. No en la forma de un marxismo ortodoxo, sino en el marco del movimiento liberalsocialista, que en poco tiempo se fundió dentro del Partido de Acción. No puede decirse que durante la guerra Bobbio corriera un grave peligro al adoptar esta postura. Su antifascismo era de extracción burguesa, lo que quería decir que aprovechaba los privilegios familiares sin por ello limitarse a la protesta: en 1942 había participado en la fundación de la sección véneta del Partido de Acción.

En 1943 Bobbio se casó con una antigua amiga del Liceo y compañera de militancia, Valeria. Al poco tiempo, un decreto no excesivamente severo ordenó el traslado de Bobbio a la Universidad de Cagliari. Poco después se produjo la caída de Mussolini: la debilidad creciente de su partido se tradujo en una militancia más activa por parte de la resistencia. Bobbio mantuvo contactos con las primeras partidas de partisanos.

Esta actividad le llevó a la cárcel, de la que salió en 1944 para retornar a Turín. Fueron tiempos duros en los que encontró una ciudad muy distinta a la que había dejado años atrás: registros continuos, hambre, bombardeos. La unión de las fuerzas de izquierda, coordinadas por el Partido Comunista, se hizo necesaria. Bobbio fue el encargado de ocuparse de la prensa clandestina del frente.

Intelectual de prestigio

En 1945 se produjo el viaje a Inglaterra del que Bobbio dijo: «Me sirvió para conocer por primera vez la democracia». Una buena experiencia para afrontar con miras más amplias el panorama de renovación política que conllevó la liberación. Bobbio siguió militando en el Partido de Acción, criticando a la Democracia Cristiana por su filiación a la Iglesia y manteniendo posiciones distanciadas con respecto a los comunistas y al Partido Socialista. No obstante, el fracaso electoral de su formación, que sólo logró siete escaños en todo el país, hizo que Bobbio decidiera abandonar para siempre la política activa.

En esa época se produjo un hecho crucial en la vida social italiana de las siguientes décadas: el progresivo alineamiento de la cultura progresista en torno al Partido Comunista (PCI) y su gradual abandono del resto de formaciones políticas de izquierdas. Los «accionistas» de Bobbio, de corte muy intelectual y enraizado de algún modo con la tradición histórica del liberalismo europeo, no calaron entre una juventud que votaba masivamente al PCI.

Bobbio profundizó en sus estudios sobre historia del pensamiento político. Su prestigio intelectual fue creciendo, en gran parte, gracias a su aportación a la revista Occidente, nacida en Milán en 1945 y trasladada a Turín en 1952. El rector de la universidad de la ciudad invitó de hecho a Bobbio, perteneciente al comité de redacción de la publicación, a pronunciar el discurso de apertura del curso académico, el primero desde que llegaran los fascistas al poder. El núcleo articulado en torno a Occidente, anglófilo en general, mantuvo estrechos vínculos con la Sociedad Europea de Cultura. Sus integrantes, en una época en la que la idea de Europa difícilmente era mantenible después de una cruel guerra, marcaron las pautas de lo que décadas más tarde serían los primeros esbozos de una Europa unida.

En 1955, tras publicar Estudios sobre la teoría general del derecho, Bobbio fue uno de los miembros de la primera delegación italiana invitada a visitar la China de Mao. Italia y el país asiático no mantenían aún contactos diplomáticos. El viaje sirvió a Bobbio para reafirmarse en sus sospechas, marcadas por lo demás, de que el comunismo chino y prosoviético poco tenía que ver con Marx y menos aún con Hegel. En las discusiones con los «intelectuales» chinos y rusos llegó Bobbio a la conclusión de que eran meros «miembros del partido» y las alusiones a la libertad de expresión quedaban sofocadas en un entorno opresivo y embarazoso. En 1962 Bobbio comenzó a enseñar ciencias políticas además de filosofía del derecho.

La influencia de un pensador

La actividad intelectual de Bobbio y la polémica generada en torno a estos temas hicieron que su notoriedad aumentara considerablemente. En 1966 fue invitado al Congreso Internacional de Filosofía del Derecho, celebrado en Praga, donde se le instó a pronunciar las ponencias inaugurales tanto del VI Congreso como de la Hegel Gesellschaft.

El 68 francés tuvo eco en la Facultad de Turín, lo que cogió por sorpresa tanto a Bobbio como al resto del profesorado. Para el filósofo y ensayista, la revuelta estudiantil fue una demostración de «la fragilidad de la estabilización de la democracia y del centroizquierda en la que ya creíamos». Después de un prudente retiro docente, en 1969 Bobbio publicó Ensayos sobre la ciencia política en Italia, un brillante compendio de su pensamiento sobre esta disciplina. Asimismo, volvió a la política al presentarse como senador por la coalición PSI-PSDI (socialistas y socialdemócratas), que cosechó un rotundo fracaso electoral.

 

Durante su nuevo período docente (1972-1979), Bobbio manifestó su creciente preocupación por lo que él denominaba el «creciente sectarismo» de la actividad de cierta izquierda. La razón definitiva fue el asesinato en 1977, a manos de las Brigadas Rojas, de su amigo Carlo Cassano, a la sazón director del diario La Stampa.

En 1980, Bobbio se unió al grupo de voces disidentes con la línea impuesta por Bettino Craxi en el PSI. Aunque el grupo no tardó en ser derrotado por la línea general del partido, desde ese momento Bobbio se convirtió en una de las personalidades críticas dentro del núcleo de intelectuales del socialismo italiano. Un papel al que no renunció ni siquiera cuando en 1984, definitivamente retirado de la enseñanza, fue nombrado senador vitalicio por decisión del entonces presidente de la república, Sandro Pertini.

Bobbio se convirtió, entre 1980 y 1995, en uno de los comentaristas políticos más influyentes y polémicos de Italia. A raíz de sus colaboraciones y artículos en La Stampa, sus relaciones con Silvio Berlusconi fueron siempre tensas. Pero no siempre fue la derecha el blanco de sus críticas: en 1991, su escrito sobre el silencio de los intelectuales ante la invasión iraquí de Kuwait levantó ampollas.

En 1996 escenificaba una «retirada simbólica» del ámbito del periodismo haciendo balance de sus opiniones y su trayectoria en una entrevista mantenida con Giancarlo Bossetti, aparecida en L’Unità. Y en 1997 publicó su última obra, una autobiografía que condensaba casi ochenta años de pensamiento político. Falleció el 9 de enero en Turín tras ser ingresado en un hospital por una crisis respiratoria de la que no se recuperó.

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