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Fervor popular ante un cambio histórico en la Puerta del Sol.

MADRID.- El profesor universitario y periodista de Público Vicente Clavero detalla en 14 de abril. Crónica del día en que España amaneció republicana (Catarata) las horas previas al histórico cambio de régimen que tuvo lugar aquella gloriosa primavera del 31. Para ello, bucea en los principales diarios de la época tratando de destilar de sus crónicas el clamor popular que recorría las calles de las principales ciudades.

Un relato por el que se pasean los principales protagonistas de la caída de la monarquía —desde Alfonso XIII hasta Niceto Alcalá-Zamora, desde Romanones hasta Azaña, desdeSanjurjo hasta Mola…—, pero que presta especial atención a esos héroes anónimos que se arremolinaron en las plazas y frente a las sedes de los periódicos para reclamar que se obedeciera a la voluntad popular. Sin ese impulso, sin esa vertiente popular, la República no se habría materializado.

¿Por qué cree que el relato periodístico de aquellos primeros días ha pasado tan desapercibido en la bibliografía de referencia sobre la República?

Supongo que a los historiadores que se han dedicado a estudiar el 14 de abril les ha encandilado más la versión que de aquella histórica jornada daban los políticos profesionales. Es por esto por lo que han reflejado una imagen de lo ocurrido dentro de los despachos y no han sabido contar lo que estaba pasando fuera. Con todo, muchos historiadores han reconocido que la actitud del pueblo aquella jornada fue determinante, pese a que hasta el momento nadie se había detenido a detallarla.

Creo que es mucho más fiel la versión que equilibra las dos visiones de aquellos días, a saber; lo que estaba aconteciendo en la calle y lo que ocurría entre bambalinas. Suele decirse que fueron los políticos los que hicieron realidad la República, pese a que en realidad se movieron siguiendo los impulsos de una voluntad popular que se demostró irrefrenable cuando supo que las opciones republicanas habían tenido un éxito imprevisto en las elecciones del 12 de septiembre.

Una de las claves en lo ocurrido es el impulso decisivo que la República recibió de la calle. ¿Hasta qué punto fue importante este fervor popular?

Editorial Catarata

Editorial Catarata

Las elecciones habían sido planteadas explícitamente, tanto por monárquicos como por republicanos, como un plebiscito y el resultado del mismo es que los partidarios de la República obtuvieron un notable éxito. De esa censura a la Monarquía a través de las urnas, lo que se infería es que el pueblo español estaba por un cambio de régimen, y esto se ha considerado tradicionalmente como el detonante de la proclamación de la República 48 horas después. Ahora bien, hubo otros hechos más concretos que también sirvieron de catalizadores. Durante la noche del 13 de abril, por ejemplo, cuando salieron los periódicos de la tarde, la gente se arremolinaba frente a las sedes para ver qué noticias traían. Buscaban la confirmación periodística de lo que ya era un clamor en la calle; la victoria de los republicanos. Fue en estas concentraciones donde empezó a circular la noticia de que el rey había abdicado.

¿De forma infundada?

No del todo, no era un simple rumor. Esa misma tarde el diario El Imparcial publicaba una breve nota en la que se recogía la versión de una persona muy cercana al rey, que decía que Alfonso XIII no sería un obstáculo a la República. A raíz de esto, se produce una movilización nocturna que acaba delante del ministerio del Ejército y que la Guardia Civil repele a tiros provocando la muerte de uno de los congregados. La mayoría de los periódicos ratificaban por un lado que, efectivamente, el pueblo estaba con la República, y por otro, alertaban del riesgo de que el viejo régimen se hiciera fuerte e intentara evitar que los hechos se desarrollaran por el camino que las elecciones había marcado.

Digamos que la situación no se terminó de dilucidar hasta el último momento..

En Madrid, hasta que se coloca el mástil de la bandera republicana a las cuatro y pico de la tarde en el Palacio de las Comunicaciones, la República ni está ni se le espera. Es la calle, el clamor popular el que lleva la voz cantante, máxime cuando el gobierno saliente, reunido el mismo día de la proclamación, plantea la posibilidad de declarar un estado de excepción. Es entonces cuando el gobierno provisional de la República decide no esperar ni un minuto más y se pone al frente del poder, sin saber todavía que simultáneamente Alfonso XIII estaba preparando su marcha de Madrid.

Y qué hay de la monarquía. ¿No cree que fue, en gran medida, responsable de lo ocurrido por su incapacidad para conformar un gobierno parlamentario estable?

La monarquía se suicidó. Eso es algo que hoy día resulta muy evocador. La vieja política de entonces, nucleada por Alfonso XIII, fue incapaz de dar una respuesta al ansia del pueblo español que demandaba un cambio drástico. El rey quedó abrasado al tolerar la dictadura de Primo de Rivera, así como cuando optó por darle el poder a Berenguer en lugar de plantear un vuelta al régimen parlamentario, por ejemplo. Digamos que ni el rey ni sus colaboradores supieron interpretar que la voluntad del pueblo había girado y que ya no les servía como referente de política.

Se podrían establecer muchos paralelismos con la actualidad…

El periodista y escritos Vicente Clavero.

El periodista y escritos Vicente Clavero.

Muchos, sin duda. Por ejemplo, cuando el presidente del Gobierno y sus hombres de confianza dicen que no saben qué son unas elecciones plebiscitarias, lo cierto es que pienso que si no lo saben es porque no se han molestado en leer nuestra historia. La República fue fruto de un plebiscito, pues así lo habían planteado previamente. En aquel caso los testimonios procedían no solo de quienes propugnaban el cambio de régimen, sino también de los que quería blanquear la monarquía, sometiéndola a un referéndum indirecto que fueron las elecciones municipales.

La declaración unilateral del Estado catalán por Macià en la mañana del 14 de abril, antes incluso de que se proclamara la República en Madrid, se resolvió por la vía del diálogo. Y para ello el Gobierno provisional se remitió a los acuerdos bautizados como Pacto de San Sebastián, en los que habían participado los nacionalistas catalanes. Es decir, que entonces sí funcionó la política.

¿Qué papel jugaron los intelectuales aquellos días?

Los intelectuales fueron un elemento dinamizador de la opinión pública. Fueron capaces de captar cuál era el sentimiento popular que luego se demostraría mayoritario el día 12. En resumen, su papel fue el de entender lo que quería el pueblo. Por otro lado, hay que tener en cuenta que por aquel entonces los periódicos tenían una capacidad de influencia en la opinión pública muy grande y eran, además, muy beligerantes en la defensa de sus principios ideológicos.

¿Qué personaje destacaría de aquellos días?

No tengo más remedio que destacar como personaje clave al pueblo. Para mí, el 14 de abril lo que demostró es que el pueblo cuando quiere puede, y aquello fue una demostración palpable. Cierto es también que el pueblo a veces quiere y si le ponen delante los tanques resulta más complicado que pueda. Pero aquellos días el pueblo quiso y pudo. No podemos olvidar que fue gracias al pueblo que vino la República, sin ese impulso la llegada de la República no hubiese sido tan fulminante. Ni un solo periódico del 14 de abril, ni uno, fue capaz de predecir que ese día iba a cambiar el régimen. Todos hablaban de abrir un periodo constituyente, de que el rey estaba en una situación insostenible, pero ninguno fue capaz de prever el 14 de abril.

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